martes, 3 de agosto de 2010

El doctor Jonathan Goat, director del departamento de Psiquiatría del Columbia University Medical Center, debe su celebridad internacional al famoso opúsculo “Climbing to the top” (“Escalando hacia la cima”), publicado en 1965 por la American Psychiatric Magazine. El artículo, elevado a la condición de texto referencial de la ciencia psiquiátrica moderna, describía por primera vez los rasgos caracterológicos del trastorno de personalidad que Goat denominó Síndrome de Lorelei Blomquist.
El profesor estadounidense propuso como caso canónico de este mal el de la joven prostituta de origen sueco Lorelei Blomquist, quien, en apenas una década, y cultivando las relaciones sociales adecuadas, consiguió ascender desde la condición misérrima en que se hallaba hasta ocupar el sillón de gobernadora del estado de Alabama por el Partido Republicano y la presidencia de la Baptist Biblical Association of America. “El Síndrome de Lorelei Blomquist aboca a quien lo sufre a una lucha desesperada por obtener beneficio inmediato de la más banal de sus acciones cotidianas –escribe el doctor Goat- El paciente se pliega, así, a la voluntad de todo aquél que pueda favorecer su medro social, su promoción profesional: son serviles, dóciles, aduladores, capaces de renunciar a sus principios más fundamentales a cambio de acrecentar su prestigio y patrimonio. Están persuadidos de que sólo alcanzarán el éxito si ponen una vela a Dios y otra al Diablo”.
El Instituto de Estudios Campogibraltareños nos ha sorprendido esta semana con una cuidada edición en castellano de la desconocida y apasionante “The Blomquist’s Syndrome in the Southern Europe” (“El Síndrome Blomquist en la Europa Meridional”), una obra que vio la luz en 1986, resultado de cinco años de trabajo de campo durante los cuales Goat describió los casos de media docena de pacientes en la Toscana italiana, el Algarve portugués y el Campo de Gibraltar. Goat documenta en su obra la peripecia vital del periodista y antropólogo algecireño Silvestre Borrego Paniagua (1911-1994), víctima del mal y apasionante objeto de estudio para cualquiera que alguna vez en su vida se haya sentido tentado a investigar la naturaleza poliédrica y vulnerable de la mente humana.
Los salones de la sede del Partido Comunista algecireño están presididos por un retrato de Borrego Paniagua, junto al cual se exhibe el recorte de un artículo firmado en Mundo Obrero por el joven periodista algecireño el 15 de abril de 1931 bajo el título: “Abajo la tiranía”. Ocho años más tarde, el 1 de abril de 1939, Borrego publica en diario católico ABC un nuevo artículo en el que ensalza la dignidad mostrada por Su Excelencia el Generalísimo durante los años de la Cruzada de Liberación y califica a los viejos dirigentes republicanos de “chusma odiosa sometida a las directrices de Moscú”.
Transcurrido el tiempo, y ya clarificado el panorama, Borrego, devorado por los padecimientos mentales que le harían ingresar en los anales de la medicina de la mano de Goat, comienza a hacer carrera en el nuevo régimen. Falangista impenitente y germanófilo en los primeros años 40, aliadófilo convencido en los 50, afín a la tecnocracia instaurada por el Opus Dei más tarde, defensor de las esencias del Movimiento Nacional y aperturista declarado, según la ocasión, el periodista algecireño anuncia en 1980 su retiro voluntario de toda actividad política y periodística. Fallece en 1994, no sin que antes el Excelentísimo Ayuntamiento de Algeciras le otorgue el Especial de Nácar con distintivo malva por su aportación al advenimiento de la democracia a nuestro país.
El alcalde inauguraba la pasada semana, en presencia de los miembros de la directiva de la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar, la plaza Periodista Borrego Paniagua. In memoriam.

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