viernes, 19 de marzo de 2010

A ESE 2,7
En determinadas circunstancias no hay nada mejor que echarse un punto en la boca y conformarse. Sócrates nos mostró que la discrepancia es uno de los mecanismos favoritos del conocimiento. Pero incluso el padre de la filosofía habría convenido con nosotros en que, en ciertas coyunturas, más vale hacer mutis por el foro.
Somos, qué duda ha de caber, fervientes partidarios de la expansión de las capacidades racionales del individuo. Nada más reconfortante que un ser consciente de sus potencias intelectivas que expresa libre y gozosamente sus propias opiniones. Sin embargo, cuando hay que callarse, hay que callarse.
El mundo, en su feracísima diversidad, nos ofrece ejemplos reveladores de estas cosas a las que nos venimos refiriendo.
El éxito en la vida social reside en responder con pulcritud a las expectativas que el prójimo ha depositado en uno. Un hombre joven, embutido en un traje de franela negro, con el rostro ceniciento y la expresividad sometida por el rigor mortis, tiene la obligación ética de permanecer estático, con las manos cruzadas sobre el pecho y los párpados yertos y violáceos. Lo mínimo que se espera de un cadáver es que no enrede y se deje llorar por sus deudos de una manera católica y decente. Un fiambre que se incorpora del ataúd para expresar su radical disconformidad con el desarrollo de la ceremonia está negando el decoro y el buen tono que ha de presidir todo velorio que se precie. Si entre sus planes más inmediatos figura el de morirse próximamente, no eche en saco roto estas consideraciones que aquí hacemos. Y, por el amor de Dios, llegado el momento, cierre el pico.
Todo consiste, y en ello insistimos particularmente, en conducirse del modo en el que todo el mundo espera que lo hagamos. Si en los próximos días es usted secuestrado en el desierto del Sahel por terroristas de Al Qaeda en el Magreb Islámico cuídese mucho de censurar a sus captores sus maneras en la mesa o la falta de trapío de sus camellos. Le recordamos que los secuestradores son gente susceptible y quisquillosa. Aquí encontrará usted otra inmejorable oportunidad para mantenerse en silencio.
Otro ejemplo de todo lo que venimos contando lo ofrecen los ritos matrimoniales con sus pautadas liturgias. Todo lo que la sociedad espera de un novio en tales circunstancias es que luzca una bonita sonrisa, que no se engollipe con la hostia consagrada y, por encima de todas las cosas, que responda con un sí categórico a la consabida pregunta. En tales ocasiones no cabe la improvisación. No dé pábulo a reflexiones sobrevenidas acerca de la espantosa estampa de su cuñada, arrodillada en la primera fila de bancos, cuya cabeza luce una florida pamela, similar en forma y densidad vegetal a una rotonda de avenida con estatua de prócer en el centro. En lo concerniente a casorios ante el cura, chitón y resignación.
Para entrenar esta sabia actitud, la que estimula el silencio provechoso, no existe ejercicio más indicado que el de asistir al congreso de un partido político en calidad de delegado. Quien en estas ocasiones se aventura a expresar su propia opinión corre un riesgo cierto. Si no calla, será reconvenido como el muerto parlante, el secuestrado impertinente o el novio deslenguado a quienes más arriba nos referíamos. Un congreso está para lo que está, y no para ponerse a pensar y andar manifestando aquí y allá ideas y convicciones así como así, sin ton ni son y a la buena de Dios.
José Antonio Griñán ha sido elegido nuevo secretario general del PSOE andaluz con el 97,3 por ciento de los votos. Este artículo está dedicado a ese 2,7 por ciento de inconscientes que no saben nunca cuándo deben callarse la boca.

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